martes, 28 de febrero de 2012

CUBA A MANO ALZADA: ESTO ES UN ATRACO.

Los recientes movimientos sociales conocidos bajo la etiqueta de “indignados” han puesto de actualidad noticiosa al sistema asambleario y el voto a mano alzada como métodos para el debate colectivo y la toma de decisiones, hay algo lúdico y enriquecedor en estas reuniones donde los participantes perciben que su voz y voto cuenta para la comunidad. También se pueden leer noticias sobre colectivos que reniegan del voto a mano alzada como los estudiantes de un instituto de enseñanza secundaria español que dicen sentirse coaccionados y solicitan hacerlo en secreto para votar los acuerdos del claustro de profesores; o los que fueron aún más lejos y acudieron directamente a la justicia para abolir esta práctica, que es el caso de unos mineros mexicanos que llegaron hasta la corte suprema con sentencia a su favor: A partir de ahora podrán decidir mediante voto secreto y, en particular, los mineros de dicha cooperativa esperan que los tribunales federales y del trabajo conviertan pronto esta jurisprudencia en sana costumbre laboral para desterrar de una vez por todas el voto a mano alzada, que fue un mecanismo de sometimiento en contra de los trabajadores. En Cuba no existe tal debate sobre la conveniencia o no del voto secreto, incluso en el proceso electoral a las asambleas (parlamentos) municipales y provinciales está regulado en la ley que especifica cómo el voto a los candidatos propuestos  ha de realizarse a mano alzada. Cabe preguntarse si este ejercicio electoral asambleario además de  inconvenientes como coartar la libertad de elegir en privado, ofrece alguna ventaja sobre la transparencia del proceso haciendo más difícil su manipulación.  Juzguen ustedes después de leer cómo se las gastan las autoridades cubanas.

En una entrevista a Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento nacional) cuando le preguntaron si los opositores tenían algún obstáculo para presentarse a las elecciones municipales respondió: en este mes de Septiembre en que la gente se reúne en todas partes, en todos los barrios del país y propone a quien le dé la gana, aunque se llame Oswaldo Payá o Martha Beatriz Roque… el que sea. Si tiene los votos va a ser candidato. Mira Edmundo, cómo puede ser candidato un individuo que no tiene ni a una sola persona dispuesta a decir que quiere que sea elegido, hay que suponer que cualquiera tiene, por lo menos, un sobrino, un amigo- para continuar en otra respuesta-  que se deje de tanta bobería y que se busque a un amigo, a un vecino y que lo propongan allí… Ahora, los votos no se los vamos a buscar nosotros, que se los busquen ellos a ver si los consiguen. Parece un mecanismo bastante sencillo donde basta con ser postulado y conocido en la vecindad para ser elegido candidato, no se puede hacer campaña porque está prohibido en la ley electoral. Es lo que hicieron los vecinos habaneros de la barriada de Cambute en el año 2007, propusieron como candidato al activista por los derechos humanos José Luís Rodríguez Chávez.

Cambute es un barrio del municipio de San Miguel del Padrón, una especie de “villa miseria” construida por el Estado para albergar a familias que perdieron su hogar, y que oficialmente se denominan  “viviendas en tránsito”. Allí venía funcionando un grupo de activistas de la Fundación Cubana de Derechos Humanos, que en un principio decidieron solidarizarse con los vecinos para no participar de las asambleas populares y la farsa electoral, ya que hasta la fecha no habían servido para solucionar las graves carencias de servicios que padecen. Después de varios intentos fallidos de celebrar una asamblea, haciendo una campaña intimidatoria, los funcionarios gubernamentales consiguieron organizar una reunión a medida, dirigida por el secretario general del Partido Comunista Cubano (PCC) del municipio, una veintena de vecinos y otro tanto de funcionarios y agentes traídos en autobús para la ocasión, también traían como candidato a un policía de la vecindad. Así funciona el sistema asambleario revolucionario, cuando vienen mal dadas, no pasa nada, para cumplir con el trámite se organiza una asamblea de postizo con vecinos aparentes, y el voto a mano alzada no es ningún impedimento para hacer una demostración de fuerza. Sin embargo esa vez el plan no salió según lo previsto  porque los activistas tomaron la iniciativa, y sorprendieron presentando un candidato que contó con el suficiente apoyo popular. El acto culminó entre insultos y amenazas   para los vecinos. Unos días después se celebraron las elecciones y la historia se repitió, trajeron a medio centenar de funcionarios como” vecinos aparentes” que introdujeron su voto en la urna, quedando finalmente el candidato oficialista como delegado a la asamblea municipal (una especie de concejal sin concejalía). Uno pensaría que este comportamiento alevoso y sin pudor se lo pueden permitir  porque no hay nadie observando, en realidad sí, sucede a la vista de todos, como se vio en Cambute daba igual el voto a mano alzada que en urna electoral.

¿Para qué  hacía falta un uso tan enérgico de la fuerza? Sí, porque antes, durante y después del proceso electoral hubo un despliegue policial descomunal, y el final de la historia acaba unos días después con los principales activistas del bario encarcelados – incluido el candidato, que hoy está desterrado en España - bajo diferentes acusaciones que van desde la peligrosidad predelictiva hasta el desacato. Hubiese bastado con fingir las buenas maneras y que la propia naturaleza del puesto  de delegado municipal – sin ninguna capacidad para influir en la política ni dotación económica que gestionar para su comunidad – consumiera los ánimos del candidato opositor, arrojándolo  a la frustración vecinal; más aún cuando los activistas, conocedores de las limitaciones del cargo electo, consiguieron salirse con la suya: “retratar” la farsa electoral.  Pero el régimen cubano se basa precisamente en su poder omnímodo y no puede consentir una derrota por insignificante que parezca, paradojas de la fragilidad del fuerte.

Fuera de los episodios electorales el sistema asambleario en Cuba- practicado a todos los niveles en la enseñanza y el mundo laboral entre otros -  funciona de un modo similar, haciendo pequeñas variaciones sobre la opinión “autorizada” fuera de la cual es una conducta temeraria, tampoco  hace falta esmerarse mucho en parecer atrevido que el sistema sabe cómo interpretar los pequeños matices y obrar en consecuencia.

Enrique García Mieres.

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