Los números:
El gasto social en América Latina ha experimentado un aumento significativo en los últimos tiempos pasando de un 12% del PIB en el periodo 1990-1991 al 18% en 2007-2008; y si lo comparamos con el gasto público total, la parte correspondiente al gasto social ha aumentado de un 45% al 65%. Hay enormes diferencias entre unos países y otros, algunos como Bolivia, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Paraguay no sobrepasan los 200 dólares per cápita y otros como Argentina, Brasil, Cuba y Uruguay superan los 1000 dólares. Como es de suponer, cuando se trata de variables sociales, Cuba es el campeón del gasto social superando los 1500 $ y el 40% del PIB dedicado a ese fin (datos del 2008), solo Argentina y Uruguay tienen un gasto monetario mayor pero no le superan en relación con el PIB (25%). Ante estas estadísticas tan abrumadoras surge la pregunta de cómo lo hacen. ¿Son reales esos números o estamos ante otra interpretación particular, a la cubana, de las reglas del juego mundialmente aceptadas, tal y como ocurre en otros ámbitos?
Por supuesto que estos datos, recogidos por la CEPAL y cuya única fuente es el propio gobierno cubano, están calculados sobre la base de la paridad oficial de un peso por dólar que es el criterio utilizado para calcular todos los indicadores económicos. La razón de por qué es así, y lo que es aún más sorprendente el por qué organismos internacionales lo dan por bueno, es un misterio; porque de más está decir que la realidad es muy diferente.
Si intentamos un tímido ejercicio de corrección podemos ilustrar como esos indicadores no tienen ningún valor real. El gasto social comprende sectores como educación, salud, seguridad social, cultura, deportes y la canasta básica de alimentación. Conociendo que en educación y salud hay cerca de 1.3 millones de empleados y que el salario medio ronda los 400 pesos, también que hay 1.6 millones de pensionistas con una pensión media de 220 pesos; resulta un gasto por estos conceptos de mas de 10 mil millones de pesos, es decir 950 pesos per cápita. Esta cifra ya supone un 60% de ese gasto social que tan orgullosamente pasea el gobierno cubano en las instituciones latinoamericanas. Con algo de paciencia se podrían buscar los asalariados que hay en los otros sectores incluidos en el gasto social, pero con este ejercicio es suficiente para hacernos una idea de lo falseadas que están estas estadísticas, porque esos 950 pesos (convertidos por arte de magia en 950 dólares) son en realidad 40 dólares contante y sonante (aplicando el cambio oficial de 24 pesos por dólar).
Después de este ejercicio y demostrar que el 60% del gasto social real es de 40 dólares me temo que el total no superara las cifras de los que menos invierten, es decir que Cuba pertenecería al grupo de países que no alcanzan los 200 dólares. Aun podríamos afinar un poco más la aproximación conociendo que el gobierno invierte cerca de 1000 millones de dólares (estos sí con divisas de verdad) en subvencionar la canasta básica de alimentos lo que supone incrementar en 90 dólares por habitante el gasto social. Menos mal que aun no han caído en la tentación de convertir esos dólares de verdad en dólares de mentiritas pasándolos primero a pesos y luego a divisas uno por uno, porque de lo contrario el gasto social llegaría a los 4 mil.
Si a otros países se les permitiera una paridad oficial similar entre sus monedas locales y el dólar tendrían unos datos de gasto social igual de maquillados para sacarlos a pasear por el mundo.
El truco social:
Es obvio que un gasto social real tan escaso no explica el hecho de que Cuba goce de un sistema de prestaciones sociales mucho más completo que el de los países vecinos, entonces cómo aclarar este embrollo. Quizás comenzando por plantear si en realidad estamos solamente frente a un gran gasto social y un Estado benevolente o ante un orden social diferente forzado por el propio Estado. Si un médico atiende por casi nada (20$) a los hijos de un profesor que cobra casi nada (15$) por enseñar a los nietos de un jubilado que cobra una pensión de 9$; y todos tienen al Estado como único pagador, más que un gran gasto social nos encontraríamos con una gran retención impositiva (esto seria con los parámetros normales de una sociedad de mercado) o algo aun más exótico, y me temo que bastante ajustado a la realidad, como una sociedad de trueque de servicios donde todos trabajan por salarios simbólicos, y los empleos son casi una terapia ocupacional más que un modo de vida.
¿Será este el aporte cubano al mundo, su modelo de Estado del Bienestar? ¿Logrará Cuba, con sus buenas artes diplomáticas, convencer al resto de países pobres que el indicador del gasto social no es significativo, y debería sustituirse por el de trueque social obligatorio? Es posible, todo dependerá de lo apocalíptico que sea el cambio climático.
Enrique García Mieres.