UN PRESIDENTE A SALVO DE LOS CIUDADANOS.

¿Cómo los ciudadanos cubanos pueden cambiar al presidente?, .

IDEOLOGÍA OCIOSA.

Y ahora cuál es el plan.

LA DERIVA FASCISTA DE LOS PAÍSES COMUNISTAS.

Cuando el comunismo incorpora una economía capitalista.

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EL DIPUTADO SE LLAMABA CUADRO.

La teatralidad de ser diputado en Cuba.

CUBA A MANO ALZADA: ESTO ES UN ATRACO.

En Cuba el voto a mano alzada o secreto, no es la cuestión: el predelito.

CUBA: MINORITY REPORT.

En Cuba se condena antes de delinquir: el predelito.

FUERA DE LA LEY.

Cuánto Estado hay fuera del Estado.

CUBA ANTE LA RSC: OTRO EMBARGO?.

Cuba ante el riesgo de una nueva ética empresarial.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

CUBA ANTE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA: OTRO EMBARGO?


Existen muchas definiciones para lo que se conoce como Responsabilidad Social Corporativa (RSC), pero básicamente todas coinciden en referirse a la forma en que las empresas conducen sus negocios teniendo en cuenta el impacto que su actividad produce sobre los clientes, empleados, accionistas, comunidades, medioambiente y la sociedad en general; cumpliendo la legislación nacional e internacional, y cualquier otra iniciativa voluntaria que mejore esta relación empresarial con su entorno. La RSC es de carácter global afectando a todas las áreas de negocios, no es admisible asumir su cumplimiento parcial en algún eslabón de la cadena de valor o alguna de sus actividades derivadas. Está de moda su aplicación porque las empresas han comprendido que aporta un valor añadido a sus productos y servicios. Aunque su carácter sea voluntario, existen recomendaciones para aplicarla de un modo conveniente, orientaciones a nivel de países, organizaciones internacionales como la UE, ONU, y OCDE entre otros.

En el Pacto Mundial, que es la iniciativa de Naciones Unidas para la RSC, se recogen diez principios basados en el respeto a los derechos humanos (DDHH) y laborales entre otros. Los dos primeros son precisamente la promoción de los derechos humanos y la no complicidad en la vulneración de estos. Textualmente: Las empresas que operan fuera de sus países de origen pueden aprovechar su presencia en ellos para promover el respeto a los principios de derecho y exigir el cumplimiento de la ley en países en los que el apoyo y el respeto por los derechos humanos es insuficiente; o este  sobre la complicidad directa, tiene lugar cuando una empresa, a sabiendas, colabora con un estado en la vulneración de los derechos humanos. Principios similares relacionados con los derechos humanos se recogen en el Libro Verde de la Unión Europea o las directrices de la OCDE,  países como Noruega abogan directamente porque la responsabilidad empresarial sea obligatoria y no de carácter voluntario. Como colofón a esta tendencia de relacionar a las empresas con el respeto a los derechos humanos dentro del marco de la RSC apareció recientemente la norma ISO 26000 a la que se le augura un futuro prometedor como en su tiempo, no muy lejano, tuvieron la ISO 9000 y 14000 sobre gestión de la calidad y medio ambiente, ya que el empresario siempre apostará por incrementar el valor añadido de lo que produce.

Aunque el embargo estadounidense al gobierno cubano, también llamado bloqueo,  tenga su fundamento histórico en el contencioso de las indemnizaciones económicas no realizadas tras la confiscación revolucionaria, lo cierto es que eso ha pasado a un segundo plano en el diferendo para centrarse en la apertura democrática y el consecuente respeto a los derechos humanos, como condición sin la cual Estados Unidos no tiene previsto eliminarlo. Las sucesivas resoluciones de la ONU exhortando al fin del embargo están amparadas principalmente en el respeto a la soberanía y el derecho internacional, no sobre la ética del régimen en cuanto a derechos ciudadanos, porque de lo contrario estaría incurriendo en burda contradicción con todas las agencias de ese organismo que promueven tales derechos, incluido el citado Pacto Mundial sobre la RSC.

En cuanto al reclamo del gobierno cubano para que se ponga fin al embargo se sustenta en el impacto económico y humano que se supone tiene desarrollarse en una situación desventajosa dentro de la región, estrategia política a raíz de la desaparición del bloque comunista que le privó de todo patrocinio económico.  La oposición al régimen tanto dentro como fuera del país  que también se solidariza con la postura gubernamental en este asunto, añade que el embargo ha sido una herramienta ineficaz para conseguir la democratización cubana por lo que no tiene sentido mantenerlo. En la reivindicación, que demás está decir es perfectamente legítima ateniéndose al derecho internacional, se pretende disponer de un marco legal en igualdad de condiciones al resto de países, ser como otro  cualquiera: uno de esos que también viola los derechos humanos sin impedimentos en sus relaciones comerciales. Una licencia universal para ser villano, en principio, nada raro dada la cantidad de ellos que pululan por ahí.

Sin embargo no son los países quienes desarrollan el intercambio comercial sino las empresas que intercambian productos y servicios. Y si hasta ahora no parecían tener muchos remilgos éticos para comerciar con infractores en el ámbito de los derechos civiles y políticos, eso está cambiando, no porque se hayan convertido en paladines del humanismo sino por algo tan pragmático como aumentar el valor de sus mercaderías. Cuando las empresas rechacen tratar con los cubanos porque su actitud ante los derechos humanos es una rémora para certificarse en la Responsabilidad Social Corporativa, entonces el gobierno de Cuba se enfrentará a un embargo ético global   sin posibilidad de amparo en la ONU. Habrá que preguntarse a quién culparan en tal caso de los perjuicios económicos; y la oposición política que también media para que Cuba se desenvuelva sin contrariedades en las relaciones comerciales, ¿qué dirán?. Quizás   entonces los opositores cambien la ética sobre la que se construye un reclamo.

Enrique García Mieres.

viernes, 9 de diciembre de 2011

CUBA: PERCEPCIÓN DE LA CORRUPCIÓN

La organización Transparencia Internacional (TI) ha publicado recientemente su Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) en la que Cuba aparece en el puesto 61 con una puntuación de 4.2 sobre un máximo de 10. Aunque sea una nota de suspenso ya la quisieran para sí muchos países del entorno latinoamericano, una región especialmente corrupta, además supera a un país como Italia que aparece en el lugar 69. Entonces cabe preguntarse por qué el gobierno cubano no presume de datos, ni siquiera  una pequeña mención en sus medios informativos; que incluso le sería útil para validar las campañas anticorrupción que han emprendido en los últimos tiempos. Pero no, Cuba es diferente, admitir este índice donde el país no aparece como el campeón mundial de la honradez, y que la supuesta moral socialista es al menos tan corrupta como cualquier otra es algo que no se pueden permitir.
El IPC se elabora a partir de lo que perciben los expertos, una ponderación de las opiniones que proporcionan fuentes tan solventes como Freedom House, la Fundación Bertelsmann, Political Risk Services, entre otras; y no  a partir de datos empíricos como enjuiciamientos o investigaciones,  precisamente por su naturaleza ilegal y encubierta. Esta particularidad tampoco debe parecerle bien al gobierno cubano acostumbrado a ser la única fuente de información ante instituciones internacionales. Y para rematar, el estudio se centra en la corrupción del sector público, la modalidad en la que intervienen funcionarios, empleados públicos y políticos, lo que deja muy poco margen para buscarse un chivo expiatorio en el sector privado como agente corruptor, ya que este tiene una presencia casi testimonial en el conjunto de la sociedad cubana.

El responsable de TI para América, Alejandro Salas en una entrevista a la prensa colombiana trató de explicar la contradicción  de que Cuba siendo un régimen autoritario carente de transparencia institucional, independencia de poderes y acceso de la ciudadanía a la información- justo lo contrario a lo deseable para combatir la corrupción según las propias recomendaciones de TI- no sacase un resultado tan negativo, respondió que Cuba era la excepción que confirma la regla, y se quedó tan ancho. En el terreno de las conjeturas supuso que en esa mejora de percepción algo tendrían que ver las señales de apertura de Raúl Castro; claro que los últimos  años  también gobernaba él y las notas  entre 2006 y 2010 oscilaron según esta serie: 3.5; 4.2; 4.3; 4.4 y 3.7. La excepcionalidad cubana, que evidentemente la hay, probablemente esté relacionada con las preguntas que se le hacen a los expertos y no con la refutación poco seria de la paradoja. Preguntas abarcadoras para un estándar internacional pero que para Cuba no tienen mucho sentido. También influye el numero de fuentes, en el caso cubano se usaron cuatro (el mínimo necesario para incluir al país en el IPC es de tres) y en India once, por poner un ejemplo.

Evaluar aspectos como la financiación de partidos, declaración de bienes de los ciudadanos, acceso de los medios a la información, si son sancionados los políticos o empleados públicos corruptos, rendición de cuentas sobre el uso de fondos públicos, transparencia de los presupuestos del Estado, auditorias independientes, no se pueden correlacionar con el sistema político vigente en Cuba, donde sencillamente no están presentes tales supuestos. Así las cosas es probable que estos expertos hayan marcado más la opción de “no sabe, no contesta” antes que medir la calidad de algo inexistente. En el caso cubano donde hay un solo partido, no se discuten los presupuestos del Estado, los diputados del parlamento tienen un papel decorativo, los medios informativos son parte del gobierno, y ni siquiera se reconocen los impuestos como fuente de financiación pública porque la gratuidad de los servicios es un supuesto regalo del gobierno y no el dinero de todos, habría que inventarse un índice nuevo donde los expertos en países comunistas respondan a otras preguntas diferentes del patrón mundial, eso sí, serían unos expertos muy exóticos.

Transparencia Internacional realiza otro estudio donde se les pregunta directamente a los ciudadanos por la corrupción en su país, se publica como Barómetro Global de la Corrupción (BGC), pero Cuba no esta incluida en las encuestas. Para hacerse una idea de cómo cambia la percepción entre expertos y ciudadanos, tenemos el ejemplo de Chile con un IPC de 7.2 y un envidiable puesto en el lugar 22, superior a Francia (IPC 7.0), donde un 22% de sus ciudadanos reconocen haber pagado sobornos durante el último año mientras sólo lo hacen un 7% de franceses. Dada la singularidad cubana, para tener una percepción real sobre la corrupción además de preguntas “elevadas” a los ciudadanos sobre la calidad de las instituciones habría que introducir algunas más prosaicas sobre el absurdo cotidiano, algo así como si  en el último mes usted o algún conocido desvió o disfrutó de bienes y servicios del sector público para subsistir.

Este tipo de análisis de organizaciones internacionales, al margen de la interpretación que haga el gobierno cubano, en muchas ocasiones le benefician en la medida en que estandariza al régimen, confundiendo lo verosímil con lo verídico, pensar en que el país podrá ser más o menos corrupto  crea la ilusión de que también dispone de  la mayoría de  instituciones democráticas, formales o efectivas, cuya calidad se está evaluando.
Enrique García Mieres.

Otras Historias de Cuba

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Dilvulgar esas historias sobre Cuba y los cubanos poco tratadas por la historiografía cubana. Enrique García Mieres.
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